Cuando entró no encontró ninguna cara conocida, era de esperar. Pero por alguna extraña razón no se sentía como una intrusa, había algo que le hacía sentirse más que nunca en su lugar, y cuando se dio cuenta una sonrisa se había tatuado en su cara.
Aquella música tenía algo que le hacía feliz, era difícil de explicar cómo algo tan nuevo para ella le resultaba tan cálido y tan suyo.
Caminó un poco y pasando desapercibida, a pesar de su melena rubia y sus ojos claros, se sentó en un rincón dispuesta a disfrutar de aquél mundo en el que tanto deseaba pertenecer, un mundo en que la alegría era la principal protagonista.
Las risas se esparcían por el ambiente difuminándose al mezclarse con el dulce movimiento de aquellos cuerpos que se movían al ritmo de una bachata.
Justo en el momento en que empezaba a sentir envidia por no poder estar en medio de todos ellos como una más…
- ¿Bailas?
Giró la cabeza y chocó con unos ojos rasgados que la miraban esperando un sí.
Se quedó sin decir nada, pero no por no saber qué contestar, sino porque por unos momentos se perdió en medio de aquella mirada.
Simplemente extendió la mano y se dejó llevar hasta el centro de la pista por aquél chico.
Llevaba toda la noche deseando poder bailar y sin embargo ahora aquello era lo menos importante…
No entendía nada, solo podía concentrarse en asimilar por qué aquél muchacho de piel morena le hacía sentir como la chica más importante del lugar. No quería que aquella canción terminara nunca…
Y en verdad nunca terminó.
Es su canción, y mientras estén juntos vivirán el día a día como si de un baile se tratara; abrazados y sintiendo cada paso que dan.
(Este post va dedicado a quien me ha inspirado, gracias por bailar conmigo)